Reflejos otoñales.
Reto Otoño/25. El Nacedero del Urederra, en la Sierra de Urbasa (Navarra), es uno de esos lugares que parecen diseñados para la fotografía de paisaje: luz tamizada, contrastes suaves y una paleta de colores que, incluso sin edición, roza lo irreal. El rasgo más icónico del Nacedero es el color azul turquesa intenso de sus pozas y cascadas. Esta tonalidad se debe a una combinación de factores: sedimentos carbonatados y partículas de caliza en suspensión, que reflejan selectivamente las longitudes de onda azuladas. Aguas extremadamente puras que actúan casi como un filtro óptico natural. Fondos blanquecinos formados por depósitos de travertino, que potencian la luminosidad y saturación del color. Poca profundidad en ciertos tramos, lo que permite que el turquesa se perciba aún más vibrante. Para fotografía, esto significa que con luz suave —especialmente en días nublados— el color se intensifica, y se evita el exceso de brillos. El valle está cubierto por un hayedo atlántico que, dependiendo de la época del año, aporta texturas, filtros de luz y atmósferas completamente distintas. En otoño, el contraste entre el oro y el cobre de las hojas con el turquesa del agua es una de las combinaciones cromáticas más fotogénicas de la península. La transparencia visual del bosque —sobre todo cuando la humedad es alta— permite captar capas en la fotografía: el arroyo, el musgo, la hojarasca y las laderas del valle, todo con un suave efecto atmosférico. Imagen panorámica formada por dos tomas horizontales. Sony A7 IV, 16-35mm f/9, ISO 100
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